Lo primero que llama la atención de Georgias Sánchez es... el nombre. Con paciencia, él cuenta que Georgias era un sofista griego, maestro de retórica. "Mi madre es profesorea de filosofía... Y alguien tenía que pagarlo", se resigna con una sonrisa. Ahí está el segundo elemento para destacar de Georgias: su afabilidad. Esa buena onda caribeña que parece adherida a la piel de los venezolanos. Así acepta posar de mil formas para las fotos e improvisa un miniconcierto frente a la cámara de LAGACETA.com. Es el músico que mañana abordará autores clásicos y populares, munido de su clarinete, sobre el escenario de la sala Caviglia. Una cara nueva para el Septiembre. Bienvenida la renovación.
- Si te digo Mercedes Sosa, ¿que me contestás?
- ¡Gracias a la vida!
A Sánchez le interesó desde siempre el tango. Era la referencia cada vez que le hablaban de nuestro país. Hoy se confiesa enamorado de la zamba. Se apasiona cuando habla de la música latinoamericana y reconoce al fandango español como el hilo conductor capaz de atar ritmos, desde México a Buenos Aires. A las vértebras de esa espina dorsal les pone nombres: huapango, joropo, cueca, gato, chacarera...
Es la cuarta visita de Georgias al país y la primera a la provincia. El contacto lo hizo con el clarinetista tucumano Juan Pablo Vázquez. En realidad, más que un contacto es una amistad, que se forjó el año pasado cuando coincidieron en un congreso.
Vázquez se propuso sacarle el jugo a Sánchez. Por eso, además del recital se programó un curso para clarinetistas y músicos de cámara. "Es un gran docente", apunta Vázquez. Vale destacar que ese es también el espíritu del Septiembre: la formación de nuestros músicos.
Georgias es flaco como una caña de bambú. Y alto. A los nueve años ingreso al conservatorio en Caracas -su ciudad- y no paró más. Hoy tiene 38. Revela que le llena el espíritu la posibilidad de cambiarle el ánimo a la gente por medio de la música. "Hace unos días, cuando terminó el concierto que di en Córdoba, se me acercó una señora con lágrimas en los ojos -desliza-. Fue muy emocionante. En esas ocasiones no hay mucho más que decir".
En detalle
La foja de servicios indica que Gorgias es primer clarinete asistente de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. También se presenta como solista y recitalista -así armó esta gira por el país-. Tocó en numerosas ciudades americanas y europeas. Durante la entrevista mantuvo el clarinete entre las manos. Más que juguetear con él, lo acariciaba.
¿Qué escucharemos mañana? Se trata de un recital díptico. En la primera parte el clarinete es protagonista, y en la segunda, el clarinete bajo. Las obras elegidas pertenecen a compositores como Penderecki, Poulenc, Atehortúa, Schumann, Guastavino y Levell.
Justamente de Andrés Levell, su coterráneo, Georgias está tocando en su gira "El retrato del Minotauro". Lo hizo en Córdoba. "El minotauro representa al hombre en soledad -sentenció-, y a partir de allí esa dualidad entre la psiquis y el cuerpo. De eso hablan el ritmo y la melodía". Georgias indica que uno de los pasajes de la composición se asemeja a un malambo. Es el regreso al concepto de unidad que caracteriza a la música del continente.
- Los argentinos tenemos a Lionel Messi y en Venezuela se enorgullecen con Gustavo Dudamel...
- Sí, pero va mucho más allá de eso.
Georgias coloca a Dudamel, uno de los directores de orquesta más famosos del mundo, en la cima de una gigantesca pirámide. Le interesa contar cómo funciona el cuerpo social que bulle y sostiene la estructura.
"En Venezuela la política cultural apunta a popularizar la música clásica. Todos los niños del país tienen acceso gratuito a una orquesta y se le entrega un instrumento", detalla. ¿El resultado? Hay 400.000 chicos (sí, leyó bien) que hacen música en cientos de orquestas. Niños de todos los estratos a los que se les inculcan dos conceptos: responsabilidad y espíritu de equipo. De la cantidad sale la calidad. No hay secretos, sólo inclusión y trabajo.
MAÑANA
• A las 22 en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251). Celina Lis lo acompañará como pianista invitada.